miércoles, 14 de abril de 2010

Cochinadas

A Míriam no le gustan las mujeres. Ella es divertida, sociable, dicharachera, tradicional, simpática y alegre. Es la novia ideal que toda madre quiere para su hijo.

Elvira es un poco salida, y le va de todo. Aparenta ser tranquila, sencilla y tímida, pero en el fondo no es más que una viciosa reprimida ansiosa por probar todo cuanto el lado oscuro le ofrezca.

Míriam lleva saliendo con su novio de siempre desde los 14 años. No conoce otro hombre. Tampoco quiere conocerlo. Ella es feliz engañándose con su fantasía imaginaria en la que él es el apuesto, caballeroso y atento hombre ideal que la respetará hasta su noche de bodas y con quién envejecer viendo corretear a sus nietos por un bonito jardín de mil plantas.

Elvira no está con nadie en concreto, prefiere estar con todos a la vez. Le gustan las noches de viernes de bar en bar, dejándose invitar a chupitos y coger de la cintura, eso la pierde. Se vende cada fin de semana sin remordimientos al jugador más rápido. Los hombres no la toman en cuenta, las mujeres la critican. Todos piensan que es una lagarta facilona, pero ella es feliz así, pues no se frustra confiando encontrar en garitos de mala muerte a su príncipe borracho de ron y fumando tabaco negro, sino que disfruta de su voracidad probando todo lo que se le pone a tiro.

Míriam quiere ser madre de un chico sano con el porte de su padre que juegue en el equipo de fútbol local, y de una rubia con pecas que herede sus ojos azules, a la que hacer dos trenzas cada mañana antes de plantarle un sonoro beso de despedida en la puerta del cole. Quiere ser esposa dócil y buena cocinera. Señora de su casa que espera paciente a su marido con la mesa puesta y los labios pintados.

Elvira es libre. El mundo le queda pequeño y vuela constantemente a las estrellas desde donde observa asqueada la inmundicia que se concentra en su planeta. Entonces se siente afortunada por ser diferente.

Míriam y Elvira quedan cada miércoles a las 5. Ellas dicen que para tomar café. Son amigas de toda la vida.


Foto: Painter Snake

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